El 2 de julio de 1881, el presidente recién inaugurado James A. Garfield recibió dos tiros por la espalda disparados por Charles Julius Guiteau, un fanático religioso, resentido por no conseguir de la nueva administración un nombramiento al que aspiraba. Realmente, las heridas recibidas no fueron mortales, pero Garfield murió tras serias complicaciones once semanas más tarde como resultado de la incompetencia de los médicos que lo atendieron.
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