Volvemos a la época de murallas, guardias y sistemas de seguridad, para proteger a los ricos de las consecuencias de las injusticias económicas y el resentimiento más allá de las murallas. Kierkegaard exclamó hace mucho: "Es en extremo lamentable y desmoralizador que los ladrones y la élite estén de acuerdo en una sola cosa: vivir escondidos". La decadencia del caminar se debe a la falta de espacio, pero también de tiempo. Ese espacio de tiempo reflexivo, no planificado, de ensoñación. El mundo ya está echo a la escala de las máquinas.
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