Lo que comenzó siendo un fenómeno inflacionario 'temporal' provocado exclusivamente por el encarecimiento de la energía parece haberse convertido en un proceso mucho más permanente. La comida (alimentos y bebidas) es prueba de ello. Por ejemplo, el dato de IPC de abril en España reveló que el precio de los alimentos está subiendo a un ritmo anual superior al 10%, pero lo que es más grave: la tasa mensual fue del 3,4%. Si esta tasa mensual se mantuviera durante doce meses consecutivos, la inflación anual de los alimentos sería del 50%.
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