Cada vez que hacemos una actividad que nos gusta como comer costillas de cerdo bajadas con cerveza, o trotamos y sudamos por la ciclovía, leemos un buen libro o nos comemos a besos con nuestra pareja, se activa en nosotros el centro del placer o sistema de recompensas: una parte del cerebro, en el sistema límbico sede de las emociones. Cuando perdemos la noción del tiempo sumergidos en una actividad hondamente placentera, por el cuerpo viajan fluidos de dopamina, la hormona del placer y la motivación, y nos sentimos plenos y creemos que somos f
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