Si los humanos tuviesen que atravesar un mar muy profundo para salir al espacio exterior, estarían cuesta arriba a pesar de la tecnología con la que cuentan. No han podido superar la presión altísima que supone la odisea, y, si por eso fuese, condenados se quedarían vivir en la prisión de su casa, sin la posibilidad de cumplir sueños fantasiosos de libertad en el espacio interestelar.
Pero no es el hecho. El humano vive en la corteza terrestre y desde allí practica saltos inquisitivos hacia donde quiere. Un día va al fondo del mar, hasta donde aguanta; otro, al interior de la tierra,…