En España hubo que esperar 9 años para verla (1964). La censura tuvo la culpa del retraso: inquietaba la homosexualidad latente, las peleas con navajas y la desintegración del núcleo familiar tradicional. Aquellos jóvenes que acudían al instituto con sus propios coches, sus jeans y sus tupés no tenían reflejo en nuestro país. Aparentemente. Su mensaje resultó ser universal y su influencia quedó presente en Grease (1978), West Side Story (1961), el Fonzie de la serie Días felices o el Dylan de Sensación de vivir.
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