Ocurrió hace ocho años, en Afganistán, donde estaba destinado como médico de la Marina de los Estados Unidos. Junto a su unidad realizaba una patrulla de control rutinaria cuando sufrieron una emboscada talibán. Varios soldados resultaron gravemente heridos y X, que no quiere revelar su nombre real por miedo al estigma, se apresuró a asistir a uno de sus compañeros. Sin embargo, al acercarse, pisó una mina enterrada en el borde de la cuneta. Y aunque salvó la vida, la explosión le destrozó las dos piernas, la cadera y todo el aparato genital.
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