Si las administraciones, esas tan abundantes, estuvieran ocupadas por personas normales, facilitarían tierras hoy abandonadas y los servicios necesarios (escuela y hospital) a esas ingeniosas familias de emprendedores que revitalizarían los campos. Se acabaría la España despoblada. A lo mejor era más saludable llenar los campos y vaciar un poquito las administraciones; habría más praderas verdes y menos alfombras rojas: menos coches oficiales y más pavos para la Navidad.
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