Conforme avanzaba el final de la Segunda Guerra Mundial –conmemorada por 78ª vez los pasados 8 y 9 de mayo–, dos preocupaciones se cernían sobre los mandos británico y norteamericano: debilitar el poder militar soviético, que avanzaba imparable hacia Berlín, y que la opinión pública europea concluyera que la derrota nazi era obra de la Unión Soviética. Por eso, el general Eisenhower montó el día 7 de mayo de 1945 una pantomima de rendición de Alemania ante mandos militares norteamericanos y británicos en Reims, Francia.