Roma, siglo I. Estrabón y Plinio documentan el primer mapa político y cultural de la península Ibérica. Describen la existencia de un pueblo establecido entre las actuales Cerdanya y Baztan, que no formaba parte ni del mundo celta, ni del mundo ibérico: los vascos. Sobre este territorio, mil años después estaría Catalunya, ocupando el extremo nordoccidental. Su existencia nos ha dejado muchos vestigios, sobre todo topónimos: Andorra, Urgell o Arán —por citar algunos ejemplos—, son de raíz euskera.