Una moneda holandesa de 10 céntimos diseñada en 1950 tuvo gran culpa de la forma de una de las invenciones clave del siglo XX: el Compact Disc. Así dicho suena un poco peregrino, pero es una pequeña historia que, a mí, me parece supercuriosa, y que demuestra que las monedas sirven para más que para pagar cosas y que, a veces, en el diseño, las ideas pueden venir de cualquier lado.