Mala cosa que la izquierda, cuanto más radical, más se preocupe por los nombres de las calles y no de los que viven en ellas. Las angustias siguen siendo las mismas; solo han cambiado los líderes, en general bien remunerados por sus oficios de Estado. Todo iba a cambiar y como dijo un líder, hoy muy taciturno, a España no la iba a reconocer ni la madre que la parió.