"Una naturaleza religiosa se define menos por sus convicciones, que por la necesidad de prolongar sus sufrimientos más allá de la muerte." (Emil Cioran) Y si inesperada fue la muerte, más inesperada fue la vida. Apenas sin transición, el desvanecimiento dio paso a la luz: ¡estaba vivo! No entendía nada, ¿cómo era posible aquello? ¿dónde se encontraba? Veía sin ojos, y oía sin oídos, pero no había nada que ver ni oír. ¿Finalmente era cierto todo eso que durante tantos años había rechazado como una absurda especulación?...