Pilar Silvestre estuvo durante años sufriendo mucho estrés. Era madre soltera, tenía dificultad para conciliar el trabajo y la niña, y dormir pasó a ser algo secundario. No pidió ayuda, creía que podía con todo. Hasta que un día, mientras realizaba un examen se quedó en blanco. Pero ni siquiera cuando la profesora le dijo las respuestas pudo procesar lo que le decía. Al salir no pudo volver sola a casa. Ahí se dio cuenta de que la situación era más grave de lo que creía.
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