En las primeras décadas del siglo XX, cuando esos mencionados aviones a hélice comenzaban a conquistar los cielos, por estas tierras mostraba su empeño en levantar el vuelo cierto genio cántabro nacido en 1852 que se convirtió en uno de los mayores genios de nuestra historia. Se trataba de Leonardo Torres Quevedo, que no se conformó con ser pionero de las máquinas electromecánicas de cálculo, precursor de los robots o del radiocontrol, sino que desde fecha tan temprana como 1902, luchó por extender el uso de los dirigibles.
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