Cuando supo que la iban a fusilar aquel 8 de marzo de 1940, Vicenta Mena Mahiques, de 28 años, decidió como último gesto de orgullo ante sus asesinos ponerse sus mejores zapatos. Sabía que nadie recordaría su nombre, pero tenía la esperanza de que un día, muchos años después de su ejecución, alguien encontraría sus restos amontonados y confundidos con los de otros ajusticiados como ella, solo por pensar diferente de sus verdugos, y repararía en aquel par de zapatos con los que defendió la dignidad que le arrebataban con su asesinato.
|
etiquetas: derechos humanos , memoria histórica , guerra civil
Tienes a Alemania sin ir más lejos donde esas recetas parecen placebo.
www.un.org/es/about-us/universal-declaration-of-human-rights
En ninguna parte pone que estos derechos se extiendan después de la muerte.
Aún así, estoy a favor de sacar a todos los que aún están en las cunetas y de que la información de qué pasó y quién hizo qué esté accesible en museos y bibliotecas, tanto para Guernica o la desbandá como para el alcázar de Toledo.
No hay ni un solo estado, ni la UE, que se rija por esa declaración ni tenga en cuenta los derechos humanos, mejor dicho, solo cuando le conviene, sobre todo cuando conviene criticar a un "enemigo".
"Porque es verdad que el bando republicano también fusiló y arrojó a fosas comunes a sus prisioneros, pero Franco se encargó después de buscarlos, exhumarlos y devolverles la dignidad con una sepultura a la que los suyos pudieran ir a rezar y recordarlos. Es decir, puso en práctica lo mismo que ahora reclaman los allegados de quienes se amontonan en fosas comunes, y a quienes se les acusa de querer reabrir viejas heridas."