Escondidos en las colinas del centro de Irán, unos grabados y pinturas rupestres podrían hallarse entre los más antiguos del mundo y, para confirmarlo, un arqueólogo iraní quiere utilizar tecnologías que las sanciones internacionales le impedían conseguir hasta hace poco. Mohamed Naserifard escala como puede una de las colinas del magnífico paisaje desértico en la región de Jomein (centro). Tras alcanzar la cima señala con su bastón los largos cuernos encorvados de una cabra montesa que alguien grabó en una roca hace 4.000 años.
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