Antes de irse a Filipinas estuvo ejerciendo de médico rural en el Valle de Lecrín, durante once años. Allí aprendió cómo sobrevivían sus vecinos a las hambrunas, a base de comer verde como los animales; fueron técnicas que después le sirvieron para mantener con vida a los soldados de Baler. Descubrió, sin saberlo, lo importante que era tiamina (la vitamina B1 posterior) para la supervivencia. Gracias a él pudo existir el mito de los últimos de Filipinas.
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