Por si el plan no era lo suficientemente irrealizable Wilson solicitó en 1932 a la RAF que lo dejaran tirarse en paracaídas desde uno de sus aviones de reconocimiento fotográfico que iban a sobrevolar por primera vez la cima al año siguiente. Una idea absurda e irrealizable, rechazada de plano, que sin embargo le sirvió para idear su plan definitivo de aproximación a la montaña: volar en avión hasta el Everest con la intención de aterrizar en la falda de la montaña y proseguir a pie hasta la cima.
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