Durante los años 1940-41 y primera mitad de 1942, entre 6.000 y 7.000 granadinos perdieron la vida a causa de la bacteria que trasmitía los piojos, tal como demuestran las estadísticas posteriores y los libros de defunciones de las parroquias. La mortalidad llegó a dispararse en la capital hasta 24,4 personas por cada 1.000 habitantes. El alcalde Gallego Burín expulsó a 3.559 mendigos. También dejó para la Historia un detallado informe de los dos primeros meses de epidemia, que demuestra el empeño del régimen franquista por ocultar la tragedia.
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