No sabemos si los creativos de aquella época buscaban presentar situaciones incómodas como metáfora del incordio que era llevar eso debajo del pantalón y la camisa, pero para tratar de convencer a los potenciales clientes de que comprasen sus marcas hacían unos anuncios sumamente inquietantes. Como estos dos tipos que parecen estar en una especie de gimnasio haciendo pesas:
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