La abundancia de cadenas montañosas y la ausencia de ríos navegables, en comparación con otros países como Francia, han dificultado históricamente la articulación territorial de la península ibérica como una unidad. La franja litoral está separada del centro por la disposición del relieve y por la forma y orientación de los valles. Las periferias vuelven la espalda a la meseta central y miran al exterior. La tendencia a la dispersión de las regiones costeras ha propiciado que hayan tenido destinos autónomos en múltiples momentos de la historia
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