Al pasar las páginas de un libro se libera un olor inconfundible. Los libros nuevos emanan una mezcla de cientos de compuestos químicos volátiles procedentes del papel, la tinta y los adhesivos utilizados para su fabricación. La esencia que liberan los libros viejos es más compleja y especial. Los libros viejos están degradados y liberan moléculas aromáticas como el benzaldehído que tiene un aroma parecido a la almendra, la vanilina, que huele a vainilla, el etilbenceno y el tolueno, que le dan un toque dulce, o el 2-etil hexanol.
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