En 1843 se encontraron a orillas de la bahía de Gaspé en Quebec, al este de Canadá, unos fósiles que tenían el aspecto de grandes troncos de árbol petrificados. Pero no sería hasta 16 años después que el paleontólogo John William Dawson publicase la primera investigación sobre ellos. Los describió como coníferas gigantes parcialmente podridas, que contenían los restos de los hongos que las habían ido descomponiendo, y los denominó Prototaxites (que significa algo así como primer tejo).
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