Ahora, lo que en su día estuvo lleno de vida se ha convertido en una región fantasma, en la que apenas viven unas pocas personas que se negaron a marchar en su día. Muchas especies animales y vegetales se vieron también lógicamente afectadas por los intensos niveles de radiación que invadieron la ciudad de Pripyat y otros parajes cercanos. Los hongos que crecen en las ruinas de Chernobyl tienen una gran capacidad para resistir y aprovechar la radiación, que podría ser muy útil de cara a futuros viajes espaciales.
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