Quizás todo el dinero debería ser lavado. En los últimos años se han apilado los estudios que describen exactamente cuán sucios —específicamente cuán repletos de bacterias— pueden estar nuestros dólares y centavos. Las bacterias fecales y otros patógenos pueden haber pasado de las manos, nariz o delantal de alguien y terminar en nuestro dinero. Las levaduras o el moho también podrían andar por ahí. El resultado podría ser un riesgo duradero para nuestra salud cada vez que nuestro dinero cambia de manos.
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