Así que llegó un momento en el que opté por empezar a silenciar determinadas notificaciones. Empecé por las redes sociales. Las notificaciones en Twitter, Facebook y Google+ (¿os acordáis de Google+?) pasaron a ser silenciosas. Nada en redes sociales es tan urgente como para no poder esperar a que me conecte yo, de forma proactiva, a consultarlas. Y claro, con el tiempo ocurrió lo mismo con Instagram, TikTok, Letterboxd y compañía. Mis redes ya no me avisan. Pero ya no hablo de sonido, es que tampoco tengo notificaciones en la parte superior...
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