Pese a que el cine es bastante más explícito en estas provocaciones, sólo hay un cineasta cuyo universo sea parangonable con el de Burroughs. No es otro que el canadiense David Cronenberg, acaso el máximo representante del llamado “horror corporal”, aquel que nos acerca el miedo ante la transformación física y la infección. Cierto, en nuestros días el contagio vuelve a ser un temor colectivo, como acaba siendo en Rabia (1977), el cuarto largometraje de nuestro cineasta. Pero el Cronenberg de nuestro tiempo, el merecedor de más de 70 galardones
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