El futuro de Wells no ha devenido en igualitarismo y justicia social ni en un Estado intervencionista, omnipresente y protector que se ocupa cordialmente de sus ciudadanos. Todo lo contrario. La sociedad sigue fracturada en una élite poderosa, que disfruta de todos los avances tecnológicos mientras se abandona a sus vicios en las Ciudades del Placer por un lado; y grandes masas de trabajadores esclavizados, ignorantes y dispuestos a dejarse manipular por cualquier demagogo advenedizo, por el otro. Los ciudadanos obedecen, trabajan y sirven...
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