No han pasado ni seis años y en el crimen de la guardia urbana, a la atención mediática de magazines televisivos que enturbian la información veraz, hay que sumar documentales de factura impecable y otros tantos sensacionalistas. La pregunta es el porqué, puesto que el caso es muy simple. Nunca llegó a plantear muchas dudas sobre su autoría, así que solo hay una hipótesis: España ha enloquecido con la abultada agenda sexual de la acusada y condenada
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