Las rabietas pueden frustrar a cualquier padre. Pero no hay que considerarlas un problema o un pequeño desastre, sino tratarlas como oportunidades para educar a los niños. En ocasiones, los padres o familiares ceden frente a estos pequeños berrinches. De esta forma, los niños identifican los mecanismos para desafiar el comportamiento de su familiares ya que lo ven como una oportunidad para beneficiarse. Los niños se sienten seguros ante está situación, encuentran la manera de tener poder y controlar a sus padres, madres o cuidadores.
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