La connivencia de Palmira Marcos con “el enemigo marxista” tenía olor a comida. A sus 24 años, aquella joven del pequeño pueblo de Cabárceno, en Cantabria, acabó en la cárcel por llevarle alimentos a su hermano, que se encontraba en el frente. Por eso fue condenada a cadena perpetua y por eso fue enviada a la cárcel de mujeres de Amorebieta, también conocida entre las presas por un nombre aterrador: “el cementerio de las vivas”. La historiadora Ascensión Badiola acaba de escribir un libro que relata esos horrores. Bajo el título “Individuas pe
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