El proyecto que ha posibilitado convertirla hoy en la geoda visitable más grande del mundo (la mexicana de Naica, de mayor tamaño, no lo es por sus altas temperaturas y compleja accesibilidad) ha contado con un presupuesto de medio millón de euros destinados a la limpieza previa con la extracción de más de 700 toneladas de tierra y escombros, los entibados necesarios para garantizar la circulación de las personas y la seguridad y para el reto más complejo que ha sido la construcción de los accesos, según explica José Ángel Solanilla.
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