Las aguas fecales nos delatan. Usamos mucho los antibióticos en casa y hospitales –más que en el norte de Europa– y eso, además de curar infecciones, propicia la resistencia de bacterias que mutan para sobrevivir. Se hacen fuertes ante los medicamentos y nos pueden llevar a la muerte. A las plantas de tratamiento de aguas de las ciudades llegan estos supermicrobios y, ahora, un estudio internacional con la participación del CBM-CSIC ha puesto la lupa sobre los restos de esas bacterias que alcanzan las depuradoras e, incluso, sobreviven.
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