Los casoplones de Errol Flynn, de Douglas Fairbanks, del propio Chaplin eran el escenario del desparrame. En el podio de los casos más conocidos está aquel elegantísimo Flynn, rey de las orgías, alcohólico y de incansables apetitos sexuales. Simpático a rabiar, tocaba el piano en sus fiestas con su inmenso miembro mientras conminaba a las presentes a mantenerlo erguido. Sus excesos le pasaron factura cuando dos menores le denunciaron por violación.
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