Los felinos nos impulsan a llenar sus platos de comida mediante el envío de una señal mixta: un grito urgente y un sonido de maullido incrustado en un ronroneo agradable. En un estudio publicado en la revista Current Biology, McComb y el resto de autores descubrieron que ese maullido incluido en el ronroneo le daba un carácter de urgencia al quejido que el humano atendía con premura.No todos los gatos lo emplean, pero de entre los que sí lo hacen, algunos abusan de él sin pudor. "Creemos que aprenden a exagerarlo dramáticamente".
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