Incluso en el momento en el que parece que todo está controlado y el progreso está asegurado, las cosas tienden a torcerse. A decir verdad, tenemos algunas cosas en común con los romanos de antaño: la sobreexpansión, el ya mencionado cambio climático, la degradación medioambiental o un liderazgo débil fueron las principales causas de su desaparición, recalca el investigador Luke Kemp de la Universidad de Cambridge, en la 'BBC'. “Las grandes civilizaciones no son asesinadas, se suicidan”, avisa.
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