Una mujer de 52 años está a punto de tomar un avión desde EE UU a España. En la sala de espera, resuelve atareada asuntos de trabajo en varios chats simultáneos de WhatsApp. De repente, su marido, al lado, le oye decir: “Vaya esta la que me ha liado aquí con el WhatsApp. Le voy a echar una bronca, me ha dejado colgada. Una amiga me ha pedido que le mande un código para verificar y ahora no me funciona el WhatsApp y tengo que seguir currando”, dijo, según recuerda. El mensaje no era, claro, de la amiga, sino de un usurpador que le había robado