Agosto de 2003 fue el mes de la canícula que mató a 70.000 personas en Europa. En Francia, con 14.800 muertos, el ministro de Sanidad dimitió y en España, con 6.500, se puso en marcha el primer plan de prevención ante altas temperaturas, que entró en vigor en 2004. Dos décadas después, campañas y medidas preventivas en servicios sociales, residencias y hospitales han generado la denominada “cultura de calor” y, aunque las temperaturas siguen subiendo como consecuencia del cambio climático, la adaptación está limitando su impacto.
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