Pinchos en los escaparates de las tiendas, reposabrazos intermedios en bancos de la calle, rejas en soportales… Aunque a priori puede pasar desapercibido, cada vez prolifera más en nuestras ciudades un mobiliario urbano cuyo objetivo inicial es evitar comportamientos incívicos, pero que termina siendo una barrera que entorpece la vida de los vecinos y dificulta la convivencia entre ellos.
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