A día de hoy resulta que si un menor alega que es víctima de bulling, un robo, o ha sido testigo de un delito hay técnicas y métodos para definir si su versión es veraz o no. Pero si resulta que el delito del que dice ser víctima es abuso sexual o maltrato, por parte de su padre, no sólo no se le cree y esas técnicas parece que ya no existen, sino que se le pone la etiqueta de tener un síndrome inexistente y deja de creérsele por sistema. Y como tratamiento se propone ir con el abusador o maltatador.
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