Cultura y divulgación
7 meneos
151 clics

Una vida de enanos

"Los dejé pasar. Me sorprendió que no midieran lo mismo: el enano que llevaba la voz cantante era un par de palmos más alto que el otro. Dejamos de hacerlo en cuanto comprobamos que la altura conjunta de los dos era constante: dos metros y veinte centímetros, más o menos, porque no se mide con la misma precisión a alguien de pie que a alguien recostado y en posición fetal. (...) Uno de los enanos tenía los labios partidos y la cara adoquinada de moratones. En urgencias habían tenido que darle cuatro puntos con Aguaplast."

| etiquetas: cuento , igor goienetxea , revistakopek , todo el mundo puede vernos

menéame