Se dice que el emperador de Roma Marco Aurelio, apodado “El Sabio”, considerado el último de los “Cinco buenos emperadores”, le gustaba pasear por las calles y plazas de Roma para ser vitoreado y aclamado por los ciudadanos como un semidiós, acompañado por un esclavo que caminaba algunos pasos detrás de él y cuando los vítores y las aclamaciones arreciaban, el siervo se acercaba discretamente a Marco Aurelio y le susurraba al oído “Recuerda, solo eres un hombre”.
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