’La semilla del diablo’, con uno de los mejores finales de todos los tiempos, es una película de una inteligencia hoy improbable. En su adaptación al cine Rosemary no es una rolliza futura ama de casa americana, como en el libro, sino una delgaducha muchacha. Es una obra genial, sutil, enfermiza y ambigua en la que no sabes si todo lo que ves es la ensoñación de una pirada, consecuencia de una depresión postparto
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