Si hacemos abstracción de las condiciones reales del bando republicano las expectativas para la República la noche del 18 de julio no eran malas en absoluto: la mitad del Ejército de Tierra estaba con ella, así como algo más de la mitad de la exigua fuerza aérea y casi toda la Armada. La República controlaba las zonas más industriales del país y además unas zonas agrícolas no desdeñables que deberían permitirle alimentar a la retaguardia. La única ventaja con la que contaban los rebeldes era que de su parte estaba el Ejército de África.
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