En su última exposición, presentada en Los Ángeles, las Pussy Riot incineran un retrato gigante de Vladímir Putin. En una pantalla se observa cómo las llamas consumen la imagen del mandatario ruso hasta dejarla reducida a cenizas. Este es el último capítulo del pulso que las integrantes de este colectivo artístico feminista ruso mantienen con el régimen represivo del presidente ruso. Un pulso que acabó con ellas en la cárcel y, después, en el exilio.
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