El 1% de la población está catalogada como psicópata: no siente empatía ni culpa. Ese porcentaje asciende al 4% entre ejecutivos, políticos y personas que ostentan cargos de alta responsabilidad. Al psicópata le cuesta menos que al resto hacer el mal, pero la personalidad solo es un factor más en el contexto. Lo que allana el terreno al psicópata de cuello blanco o a nuestro jefe, que, más o menos malo, no suele ser psicópata, es que compartimos los valores que él defiende. Consentimos y toleramos su abuso porque, de algún modo, lo consentimos
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