Todos hemos experimentado alguna vez las consecuencias de la queja constante, ya sea en primera persona o escuchando a otros hacerlo. La verdad es que los resultados son bien parecidos en cualquier caso. Claro que no estamos hablando de una queja aislada en un momento determinado que nos agobia, nos sobrepasa; sino de la queja como hábito, como forma de vida.
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