Cuando comenzaron los análisis, los científicos se fijaron en varios detalles. Los cuerpos habían muerto todos de una manera similar, con una serie de golpes en la cabeza. Sin embargo, aquellas brechas profundas en los cráneos no parecían ser el resultado de armas, sino de algo redondeado. Además, los cuerpos sólo tenían esas heridas en la cabeza y los hombros, como si los golpes hubieran llegado desde arriba.
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