Cuando se profundiza en los problemas más graves del planeta —pobreza, hambre, guerra, machismo, desempleo, intolerancia, corrupción…— y se buscan soluciones se llega a la conclusión de que la clave de todo es la educación, el motor que lo puede cambiar todo. La educación es la gran batalla. No importa qué religión, qué gobierno, sea democrático o dictatorial, todos tratan de controlar el proceso de producción de ciudadanos, decidir qué se enseña, qué se piensa. Es la educación como castración. Educamos a niños y niñas para un mundo que aún no
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